viernes, 31 de enero de 2014

Sesgos y pronósticos en una España contradictoria / Francisco Poveda *

La economía española ha salido de la recesión pero todavía es prematuro afirmar que se dirige directa y sin titubear hacia el crecimiento. Las expectativas despertadas en grandes inversores internacionales, por ilustres prescriptores, han hecho cambiar de criterio a grandes despachos líderes de opinión económica y empresarial que, hasta hace pocos meses, se mostraban seguros de que los españoles estaban literalmente pasando hambre. Desde dentro, las cosas no se ven tan claras por los lacerados ciudadanos.

Uno de ellos, Joaquín Almunia, comisario de la Competencia en la Comisión Europea (CE), cree, sin embargo, que se ha tocado fondo y que ahora se ve a España con optimismo, incluso desde Davos, al superar la recesión y volver a crecer aunque la mora hipotecaria seguirá deteriorándose. Y su colega, el holandés, Dijsselbloem, presidente del Eurogrupo, dice que sólamente se habla de la recuperación de España.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha triplicado su previsión de crecimiento para España hasta 2015, un 0,6% y un 0,8% respectivamente. La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) cree que será del 0,6% para 2014 y de un 1% el año siguiente a pesar de que la Unión Europea (UE) lo fija en el 1,7% por una rebaja del 52% en el déficit comercial español con unas exportaciones en máximos desde 1971.

El FMI señala que la recuperación española va más rápido de lo esperado y ganará impulso (+0,8%) por la demanda interna en 2015. Aunque reconoce la dificultad en este momento de cambio de ciclo económico para evaluar la velocidad de esa recuperación, que desde Washington atribuye a una futura demanda interna más que externa, y más fuerte.

Otras entidades, esta vez privadas, caso de la agencia de calificación de riesgo 'Fitch', también son muy optimistas. Ésta última ve una recuperación de España muy lenta pero dentro de la estabilidad, con un PIB del 1,1% en 2015. Su rival, la también norteamericana 'Standard & Poor's', pronostica sendos crecimientos del PIB del 1% hasta 2015 por exportaciones y competitividad pese a una débil inversión propia y una demanda interna aún sin pulso.

Por su parte, el banco internacional norteamericano 'Citi' mejora hasta el 0,9% su previsión de crecimiento este año y del 1,1% para 2015 frente al 0,6% del FMI y el 0,5% de la OCDE y la Comisión Europea, que todavía exige a España reducir el déficit y reformar la administración pública.

La entidad financiera norteamericana piensa que las mayores exportaciones y menores costes laborales se va a traducir en mayor inversión para la expansión económica, más empleo neto, lento crecimiento del consumo privado por el ajuste inmobiliario y una tasa de ahorro en mínimos. Llega a pronosticar, incluso, que muy pronto en España la escasez de personal laboral disponible se va a convertir en un problema.

El 'Deutsche Bank' aprecia el rumbo de la economía española por el buen comportamiento de la Bolsa y una prisma de riesgo-país muy a la baja (la rentabilidad de la deuda española ha caído a mínimos de 2006). Pronostica un crecimiento del PIB del 0,6% este año y del 1,2% en 2015 porque, a su juicio, se va a dar una mejora de capacidad productiva, un incremento exportador, ajuste inmobiliario, desapalancamiento del sector privado y reestructuración financiera.

El presidente del BBVA, Francisco González, piensa que efectivamente se ha salido de la recesión aunque no de la crisis, priorizando atajar el gasto público improductivo aunque este año, piensa, España crecerá un 1%. Constata mucho interés de la inversión extranjera con demandas cuatro veces mayores en las subastas del Tesoro Público.

Tambien el presidente del Banco Santander, Emilio Botín, dice que la recuperación gradual de España irá cobrando fuerza por un cambio muy claro de ciclo económico. Aunque se muestra cauto pese al buen camino que lleva la economía española. Cree esencial reducir la deuda pública y privada para crear empleo. Afirma que el país ha dejado de ser foco de la crisis pero que las secuelas tardarán en desaparecer en la economía española.

Sindicatos como Comisiones Obreras (CC OO), aunque acepta el cambio de ciclo económico, ve el vaso todavía medio vacío. Piensa que salir de la recesión no es salir de la crisis ni recuperarse de sus efectos. Alerta que la crisis continúa en España y que se necesitarán cinco años más para recuperar el PIB anterior a 2007 y quince para el nivel perdido de empleo. Y toda su postura tiene cierta justificación porque todavía muchos datos revelan que la economía real está muy lejos de las expectativas levantadas.

Un tercio de la población española sigue en riesgo objetivo de pobreza cuando ya el 12% de los trabajadores son pobres y un 15% de los hogares depende de la pensión de sus mayores al tener a todos sus miembros en el desempleo (la mayoría parados de larga duración) por el escaso impacto de las prestaciones sociales. Lo más lacerante es que 2.826.549 niños españoles, según 'Save Children', están ahora en riesgo de pobreza por carencias en vivienda, alimentación, ropa y material escolar. Son el 33,8% de la población infantil.

España es, además, el país europeo más desigual por detrás de Letonia aunque la riqueza familiar supera ya el nivel previo a la crisis. Pero la economía sumergida se dispara a casi el 25% del PIB (253.000 millones de euros en 2012, con incrementos anuales de 15.000) cuando bajan los pedidos industriales y las ventas del comercio minorista (-3,9%) en 2013.

Lamentablemente el capital humano no corre parejo al otro y durante 2013 unos 400.000 jóvenes españoles tuvieron que emigrar porque el 55% sigue anclado en el desempleo o en el empleo temporal (el 62% del 45% que trabaja) pese a que el turismo batió récord de visitantes (60.600.000) y de ingresos (59.082 millones de euros).

Como cierta y aparente contradicción de los procesos económicos en marcha, en 2013 aumentaron en 40.000 millones de euros los depósitos bancarios (más de las familias que de las empresas) hasta alcanzar los 947.981 millones y a un paso del billón.

Entre una drástica reducción de la exposición a la deuda soberana por la banca española, crece un 12% la confianza del consumidor español en 2013, hasta los 58 puntos, sobre los 73 de media europea, con un incremento de 15 en el último año. Aunque éste índice de 'Nielsen' también recoge que el 77% de los consumidores españoles cree que 2014 aún será malo para compras.

Los expertos piensan, a modo de conclusión, que España crecerá en torno al 1% este año y que, consolidada la recuperación, habrá más empleo. Y que arrastrará a Portugal a partir de 2015 por el lastre de su propio ajuste fiscal a la par que su economía tendrá un mejor comportamiento que la de Italia, pendiente aún de progresos más profundos en las reformas básicas estructurales.

(*) Periodista y profesor

http://economiavanzada.blogspot.com.es/2014/01/blog-post_30.html

lunes, 27 de enero de 2014

Entre el optimismo en EE UU y la prudencia en Europa / Francisco Poveda *

Hay optimismo entre el 75% de los inversores internacionales sobre las perspectivas de la economía global y, especialmente, en la eurozona aunque luego la gran mayoría se incline antes por Estados Unidos (29%) y el Japón. Porque un 48% tiene incluso expectativas de beneficio. De hecho, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) acaba de pronosticar para 2014 un incremento rápido de la demanda de petróleo. Pero como contraste, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) acaba de revelar que el desempleo mundial era a diciembre de 2012 del 6% de la población activa, unos 200 millones de personas, de las que más de 60 se lo debían a la crisis económica global.

El reciente informe de la ONU sobre la coyuntura económica internacional ve el fin de la recesión en la eurozona, el crecimiento en EE UU, una desaceleración detenida entre los países emergentes y una aceleración del crecimiento en América Latina y África. Pronostica un crecimiento del PIB global del 3% este año y del 3,3% en 2015. Y eso que la Organización Mundial del Comercio (OMC) ha urgido esta semana a aplicar sus recientes acuerdos de Bali para liberalizar cuanto antes las transacciones de servicios y mercancias, reduciendo las subvenciones agrícolas, con exención creciente de aranceles a países en desarrollo y aligerando la burocracia aduanera.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) es más prudente que la ONU en sus apreciaciones económicas pese a considerar unos riesgos globales a la baja y un pronóstico de crecimiento del 3, 3,7 y 3,9% hasta 2015.  A su juicio, el sur de Europa es, en este momento, la parte más preocupante de la economía mundial por su frágil crecimiento a pesar de unas exportaciones fuertes. Por contra su deuda y fragmentación financiera frenan la demanda interna, hasta debilitarla como a empresas y bancos.
La reciente cumbre de Davos, sumida en el escepticismo por un aumento de la desigualdad global, ha tenido que oir de boca del premier conservador británico, David Cameron, que sin democracia y justicia no es posible sacar a la gente de la miseria dentro de la lucha contra la corrupción. Tras afirmar el ministro ruso de Desarrollo, Alexéi Uliakáyeb, que hay una concentración de fuerzas internas de crecimiento para la reindustrialización de EE UU y Europa, Cameron apuesta por la vuelta de producciones de Asia a Occidente para fortalecer el tejido industrial e impulsar y recuperar empleo.
Miradas puestas en la eurozona
En la eurozona, el mismo Mario Dragui, máximo responsable del euro como presidente del Banco Central Europeo (BCE), ha advertido contra un excesivo optimismo por riesgo significativo todavía de reveses. En Davos ha pedido cautela por el carácter débil e irregular de la recuperación que se observa por fuertes exportaciones y aumento de la demanda interna. Y ha propugnado menos gasto corriente y menores impuestos en los Estados miembros y mayor inversión en infraestructuras y capital humano ante el elevado desempleo e infrautilizada aún capacidad productiva.
Para Dragui, la eurozona estaría hoy como EE UU hace un año al notar ya su economía real los efectos de las medidas o reformas y, aunque ve signos de recuperación débiles y dispares en la economía, no detecta para nada una deflación real pese a la baja inflación registrada en 2013 del 0,8%.
Esa escasa inflación también la ve el FMI demasiado baja, por un tipo de interés del 0,25% fijado por el BCE, con riesgo de deflación potencial del 10 al 2o%, que también considera posible la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y rechaza Dragui, quien dice que actuará si la cosa va a más mientras asegura que el BCE mantendrá por tiempo el actual tipo de interés.
Entretanto, la agencia calificadora Fitch ve en la eurozona un claro descenso de riesgos sistémicos y macroeconómicos, con mejora de su solvencia exterior, pese a que la OCDE alerta de un déficit de capital de 84.000 millones de euros en la banca mientras se habla desde la Comisión Europea de mejorar el fondo de ayuda para la francesa y alemana, las más golpeadas por la crisis junto a la española.
Enmedio de un sólido crecimiento del sector privado en la eurozona, bajada de su deuda pública por primera vez desde 2007 y de previsiones para su PIB por el FMI del 1 y del 1,5% para este año y el 2015, el comisario Joaquín Almunia ha recordado en Davos que el sistema financiero fue el origen de la crisis actual.
Dejando España para un siguiente análisis monográfico esta misma semana aquí mismo, Alemania acaba de aumentar su pronóstico de crecimiento al 1,8 y al 2%, para este año y el que viene frente al del FMI del 1,6 y 1,4% respectivamente. Fitch le mantiene la triple A con perspectiva estable ante el alejamiento del riesgo en la eurozona, bajos costes financieros y crecimiento, con 42 millones de empleos.
De Francia no cabe decir nada parecido pese a sus últimos pero tardíos esfuerzos traducidos a estabilidad en industria y servicios. Por contra, en la Construcción la pérdida de empleo es todavía continua. En general, una desaceleración económica que no cede, lleva al país a una calificación Aa1 por perspectiva negativa de su economía ante la reducción de competitividad y deterioro de su fortaleza financiera. El FMI mantiene una previsión de crecimiento del PIB del 0,9 y 1,5% este año y el que viene.
Portugal conoce ya una mejora de la actividad económica, rápidamente generalizada, y de sus objetivos de déficit público al conseguir un 0,50% más sobre el 5% previsto para 2013 y un 13,1% más de recaudación fiscal traducida en 36.253 millones de euros.
Gran Bretaña mantiene en un 7,1% el desempleo y en un 0,50% las tasas de interés mientras el FMI espera que crezca un 2,4% en 2015 e Italia un 0,6% este año y un 1,1% el próximo. La emergente Rusia no pasará del 2% en 2014 ni del 2,5% en 2015.
En Estados Unidos la economía marcha
La economía de Estados Unidos comienza a arrojar datos positivos, mejor de lo esperado. Aunque las señales de consolidación no impiden calibrar la salida en función del contexto. Con un PIB del 4,1% y un desempleo del 6,7%, la retirada gradual de estímulos por la Reserva Federal, desde los 75.000 millones de dólares mensuales invertidos en bonos, ha significado 10.000 millones menos ya en diciembre. El aumento de la demanda interna y el freno fiscal lo justifica, así como la previsión al alza del FMI de un crecimiento del PIB hasta el 2,8%  en 2014 y del 3% en 2015.
Muy al contrario, Canadá acaba de dejar los tipos en el 1%, pese al riesgo de deflación, no tan posible por su conexión con la economía de su vecino del sur.
Por su parte, en Japón la moderada recuperación no hace plantearse al BoJ (Banco Central) nuevos estímulos más allá de los monetarios, en busca de un 2% de inflación para 2015. Algo que no se ve tan claro después de dos décadas continuas de deflación de la economía nipona pese al tipo de interés del 0,1% y unas importaciones estancadas a la baja. El FMI prevé, no obstante, un crecimiento del PIB entre el 1,7 y el 1,8% para este año y el próximo.
China está arrojando datos contradictorios nada más iniciado el año. Pese a la desaceleración de su economía y la debilidad de sus manufacturas, hay otros datos favorables. No obstante, su crecimiento del 7,7% en 2013 es el más bajo desde 1999. El desempleo urbano del 4,1% quizás se palie con las doce nuevas zonas de libre comercio a sumar este mismo año a la experimental de Shanghai.  Pero parece que no tanto su tendencia de crecimiento que, siempre según el FMI, no pasará del 7,5% este año ni del 7,3% en 2015 por el frenazo de sus exportaciones.
En América Latina ha caído un 53% la inversión española en 2013 ante sus menores expectativas de crecimiento y cierta inseguridad jurídica en determinados países como Venezuela, Bolivia, Ecuador y Argentina. En este último país, que ha conocido en 2013 un superávit comercial un 27% menor que en 2012, su situación económica comprometida ha llevado a la fuerte depreciación de su moneda, el peso, con el consiguiente interés creciente por el euro, el yen y el franco suizo en todo el Mundo en detrimento de otras monedas depreciadas estos días a remolque como el dólar, dólar australiano, libra turca, rupia india o el rand sudafricano.
Mientras Brasil habla de la potencialidad de su clase media para clamar inversiones, su ministro de Hacienda, Guido Mantega, niega en Davos una crisis particular de los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica) que, a su juicio, en 2014 mantendrán el liderazgo del crecimiento económico mundial.

(*) Periodista y profesor

lunes, 13 de enero de 2014

Mucha coincidencia en que con 2014 comienza la recuperación económica / Francisco Poveda *

Más de la mitad de los ciudadanos del Planeta, encuestados en 23 países, cree que la economía será más sólida en 2014 y hasta un 76% que se reforzará la economía global. Suecos, franceses, japoneses e italianos (33%) no son tan optimistas aunque chinos, hindues, indonesios, brasileños y argentinos sí que lo son. Lo cierto es que, tanto norteamericanos como europeos de la Eurozona, experimentan índices de mayor confianza pese a que un 3% de la Humanidad seguía detentando el 20% de la riqueza a final de 2013.
Algunos indicadores confirman cierta tendencia a la recuperación económica aunque otros hacen augurar que será asimétrica y a diferente velocidad, según países y hasta bloques económicos. Por ejemplo, Alemania va hacia el endeudamiento cero desde la máxima solvencia. Mientras Francia se sigue endeudando, hasta niveles peligrosos, según su propio Tribunal de Cuentas, al tiempo que pierde solvencia su deuda soberana. Sigue creciendo el PIB pero el desempleo no remite pese a los incentivos sociales propuestos por el presidente Hollande.
La que sí parece un hecho constatable es la recuperación norteamericana pese a la retirada gradual de incentivos por parte de una Reserva Federal que verá en febrero un cambio en su presidencia. Los nuevos rectores auguran ya un crecimiento del 3% del PIB en 2014, pese a haber perdido el liderazgo mundial exportador en favor de China, cuando el sector manufacturero da síntomas de fuerte actividad frente a cierta ralentización del sector servicios. Obama ha elegido zonas deprimidas de EE UU y determinados sectores productivos para reducir esa masa de 50 millones de pobres en un país de 300. Hasta Canadá conoce hoy un insólito 7% de desempleados.
También existe una incipiente pero cierta recuperación de la economía española.  El PIB creció un 0,3% en diciembre. Y se espera, desde varias instancias internacionales neutrales, que siga creciendo trimestre a trimestre. Pero el alto desempleo, la débil demanda interna y la práctica ausencia de crédito para las pequeñas empresas suman muchas dificultades para afianzar esa recuperación, todavía muy lenta y casi imperceptible, que obliga a más reformas efectivas para acercanos a un Reino Unido, que anuncia recortes públicos de 25.000 millones de libras esterlinas en 2015, y alejarnos de una Francia con tendencia a la voracidad fiscal impuesta por su onerosa burocracia.
El vecino Portugal también ve ya algún horizonte al caer la presión sobre su deuda pública y quedar situado en la antesala de la salida del rescate, algo mucho más lejano en Grecia y que ha sido posible en Irlanda. Por contra, el desempleo sigue demasiado alto en España (donde han vuelto las inversiones extranjeras) y Grecia, que trata de hacer un paréntesis en las obligaciones con sus acreedores desde su presidencia semestral de la UE. Mientras el desempleo ha subido en la Eurozona un 0,8% hasta alcanzar un 12% (todavía quedan 15.600.000 desempleados en los países del sur en la Unión Europea) desciende en Alemania y Reino Unido, pese a la fuerte presión inmigratoria que ahora se trata de amortiguar intrafronteras comunitarias, incluso en Bélgica.
La crisis del euro (la moneda internacional de mayor rendimiento en 2013 por cierto) está en vías de superación. El riesgo-país de España e Italia (donde se ha alcanzado un récord de pobreza) se refuerza. Y, tanto el BCE como el BoE, mantienen al mínimo del 0,25% los tipos de interés del euro y la libra esterlina para conjurar un riesgo de 'estanflación' como el vaticinado por George Soros para la Eurozona, donde la inflación creció un 0,8% y dos décimas de media en los países de la OCDE.
Y para sostener tanta coincidencia sobre la recuperación económica que se aventa (en España parece que mucho mejor a partir del segundo trimestre) las bolsas europeas como la de Wall Street siguen al alza al igual que el petróleo por mayores demandas de capitales y energía; en el último caso porque las potencias emergentes lo precisan para su desarrollo cuando Rusia se alza como el primer productor mundial de petróleo y gas, en espera de que EE UU le arrebate ese liderazgo, y ya por encima de Arabia Saudita.
Para concluir, China sigue ahí reorientando su modelo económico, ahora hacia la satisfacción de su demanda interna, según las nuevas directrices del PCCh, en pleno liderazgo mundial exportador alcanzado en 2013. Sin embargo hay dos datos para la reflexión de los expertos: sus ayuntamientos tienen una deuda de dos billones de euros mientras la deuda fiscal de las empresas alcanza más de veinte billones de yuanes.

domingo, 5 de enero de 2014

La prensa inglesa recoge que el Rey renunció en los 80 al Peñón de Gibraltar

LONDRES.- El Archivo Nacional británico liberó unos documentos hasta anteayer confidenciales, de los que se hizo eco la prensa inglesa y del Peñón, en los que se asegura que el rey de España, Juan Carlos I, dijo en los años ochenta a Gran Bretaña que en realidad no quería que se le devolviera Gibraltar, ya que una acción de este tipo conduciría a Marruecos a pedir la entrega de Ceuta y Melilla.

Según estos documentos, el Rey admitió ese hecho en una reunión confidencial con el embajador británico en España, Sir Richard Parsons, en 1983. Los detalles de la reunión fueron liberados ya por el Archivo Nacional como parte de una serie de documentos gubernamentales que datan de hace 30 años.

El entonces ministro de Relaciones Exteriores de España, siempre según los archivos, también pidió mantener "conversaciones confidenciales" sobre Gibraltar. Las relaciones del Reino Unido y España eran rocosas en ese momento, cuando Gran Bretaña amenazaba con bloquear la candidatura de España para unirse a la Unión Europea si no se levantaban las restricciones fronterizas contra Gibraltar. Franco había cerrado completamente la frontera en 1969 y la abrió parcialmente en 1982.

En una nota del embajador Parsons a la Oficina de Relaciones Exteriores se revela la opinión del Rey Juan Carlos. Con fecha 21 de julio de 1983, la nota confidencial señala: "El rey hizo hincapié , como lo había hecho conmigo antes, que el hecho de dar algún paso en cuanto a Gibraltar mantendría en silencio a la opinión pública por el momento. Debe quedar claro en privado por los dos gobiernos que, de hecho, España no estaba buscando realmente una pronta solución al problema de la soberanía del Peñón. Si España recuperaba Gibraltar, el rey Hassan de Marruecos activaría inmediatamente su pretensión de Ceuta y Melilla", indica la nota.

"Los dos ministros de Relaciones Exteriores deberían llegar a un acuerdo privado entre sí , diferenciando entre su verdadero objetivo y los métodos utilizados para propiciar a la opinión pública en ambos lados", continuaba el documento.

El embajador Parsons aprovechó la reunión para reiterar "la posición británica de que España no podía entrar en la comunidad europea hasta que no se levantaran todas las restricciones en la frontera de Gibraltar"

Otra nota del embajador británico enviada ese mismo día reveló que fue convocado por el ministro de Relaciones Exteriores de España en ese momento, Fernando Morán, para discutir sobre Gibraltar. Dirigiéndose al secretario de Relaciones Exteriores, Geoffrey Howe, el embajador escribió: "Morán dijo (como el rey había hecho ayer) que estaba más convencido que nunca de que no debe haber conversaciones confidenciales entre usted y él". Y agregó: " Tal vez no sea malo que la opinión pública española, así como el gobierno español, hayan comenzado a entender que el objetivo principal de la política exterior española, la entrada en la comunidad, podría naufragar con el peñón de Gibraltar".

Howe se reunió con Morán el 6 de septiembre de 1983, y de acuerdo con una nota del Parsons, ambos dieron "una exposición franca de sus puntos de vista sobre Gibraltar ". Y agregó: "Morán dijo que el objetivo último de España debe ser la recuperación en su momento el territorio de Gibraltar. Esto se llevaría a cabo por la vía pacífica a través de negociaciones con Gran Bretaña, teniendo en cuenta el bienestar y los intereses de los habitantes. Él entiende la posición de Gran Bretaña y su compromiso con los gibraltareños. El Gobierno español quería buenas relaciones con Gran Bretaña".

España finalmente abrió la frontera con Gibraltar por completo en 1985, antes de unirse a la CEE en 1986 .

Picardo defiende que en España se venden muchas mentiras sobre los gibraltareños

MADRID.- Fabian Picardo, ministro principal de Gibraltar, señala en una entrevista a elplural.com que en España "se han vendido muchas mentiras" sobre los gibraltareños. Picardo espera "que poco a poco se conozca la verdad de Gibraltar".

"Por ejemplo, yo nunca he vivido en España. Invertí en España en dos propiedades, como han hecho muchos europeos que pensaban que esa inversión era buena. Yo le vendo mis dos propiedades a cualquiera de los editores que han dicho que vivo en Sotogrande o en Marbella por los precios que ellos dicen que valen", indica el primer ministro yanito.

Picardo defiende la soberanía gibraltareña de las aguas que rodean al Peñón. "Cuando el Tratado de Utrech no se ponía título a las aguas. En la cesión de Menorca a España, tampoco. Ni en los derechos del aire porque entonces sólo Leonardo da Vinci sabía que algún día volaríamos. Yo acato la Convención de la ONU sobre la Ley del Mar, los acuerdos de Helsinki acerca de las fronteras fijadas después de la segunda guerra mundial, pero también hago mía una portada de ABC del año 1967, en la que Franco por decreto delimitaba el aire alrededor de Gibraltar. Además, delimitó con boyas en la bahía donde empezaban y acababan las aguas de Gibraltar".

Sobre si el Peñón es un paraíso fiscal o no, señala: "Gibraltar cumple a rajatabla la totalidad de las directivas de Europa. Absolutamente todas, en materia ambiental, en materia fiscal. Así, se lo hemos dicho a la UE. Una de ellas se centra en el intercambio de datos fiscales, que aplicamos con la mayoría de economías del mundo pero no con España porque se niega a firmarla. La OCDE, el FMI o la Unión Europea, que son partes objetivas, sostienen que Gibraltar no es un paraíso fiscal sino un centro financiero absolutamente regulado", sentencia.

sábado, 4 de enero de 2014

Tailandia y España crecen como destino de retiro para los jubilados alemanes

BERLÍN.- Retirarse en países como Tailandia o España al finalizar la vida laboral es una alternativa cada vez más tenida en cuenta por los jubilados alemanes, que, al margen de buscar el sol, se enfrentan a la imposibilidad de afrontar los altos gastos en Alemania derivados de la atención médica y otros cuidados.

Se estima que actualmente unos 220.000 jubilados alemanes viven en el extranjero, explicó Alexander Keller, de la página Web "Wohnen im Alter", un buscador especializado en residencias para pensionistas germanos.
Los países preferidos por los jubilados alemanes continúan siendo los destinos tradicionales de vacaciones, como España, Francia o Italia, así como lugares con un alto nivel de vida, como Suiza y Estados Unidos, explicó Keller.
Entre las naciones de la Unión Europea (UE), España lidera la clasificación y es el destino elegido por 50.000 jubilados alemanes que viven en el país de manera permanente.
Pero lugares más lejanos como Tailandia han experimentado un notable crecimiento en los últimos años en las preferencias de los alemanes en edad de jubilación o de los familiares que buscan una institución que se haga cargo de sus progenitores.
En los últimos años, se han construido en Tailandia geriátricos y residencias destinadas especialmente al cuidado de alemanes y al tratamiento de enfermedades mentales como la demencia senil o el alzheimer.
El principal motivo del éxito de los países del sudeste asiático, según los expertos, es el menor coste de los cuidados sanitarios, lo que permite garantizar una atención más personalizada que en los asilos de Alemania, la gran potencia económica europea.
De acuerdo al último "Informe de datos", publicado el pasado noviembre por la Central Federal para la Formación Política (bpb), la población alemana mayor de 65 años se duplicó en los últimos cincuenta años y pasó del 11,6 % en 1960, al 20,6 % (17 millones de personas) en 2006.
Según "Wohnen im Alter", el gasto que una persona debe afrontar para ser atendido a tiempo completo en una residencia germana oscila de media entre los 1.800 y los 4.000 euros.
Por su parte, el seguro alemán suele cubrir entre 450 y 1.918 euros de los gastos, a tenor del grado de dependencia, con los que estas personas deben aportar la diferencia de su propio bolsillo.
Algo complicado cuando, por ejemplo, según cifras de la Oficina Federal de Estadística (Destatis) de 2008, el 28 % de la mujeres mayores de 60 años que viven solas percibían unos ingresos netos por debajo de 900 euros al mes.
El 74 % de los hombres y el 69 % de la mujeres cobraban entre 900 y 2.600 euros mensuales, mientras que sólo el 6 % de los varones y el 2 % de las mujeres tenían unos ingresos superiores a 2.600 euros.
Tanto por precio como por proximidad geográfica, Polonia se ha convertido también así en otro de los destinos predilectos de los alemanes para retirarse.
Según explicó Sylwia Wikowska, responsable de una organización polaca especializada en ofrecer servicios geriátricos a extranjeros, especialmente alemanes, los gastos varían en este país desde los 950 hasta 1.700 euros por mes, un precio muy inferior al de su país de origen.
Wikowska, cuya institución cuenta con ocho residencias en el oeste de Polonia que cumplen con los estándares germanos, reconoció que "los ancianos alemanes prefieren sobre todo España, especialmente Mallorca, y ahora también Tailandia. El clima es la ventaja de estos países".
Sin embargo, aseguró, muchos valoran la cercanía de Polonia "porque pueden seguir viendo a sus familias regularmente y visitar su país con frecuencia" y, además, tienen acceso a prestaciones de calidad y personal germano-parlante.

viernes, 3 de enero de 2014

Salir de la pesadilla del euro / Alberto Montero Soler *

Pasan los meses, se convierten en años y las posibilidades de que los países periféricos de la Eurozona superen esta crisis por una vía que no sea una solución de ruptura se alejan cada vez más del horizonte.

Frente a quienes mantienen que existen vías de reforma capaces de enfrentar la actual situación de deterioro económico y social, la realidad se empeña en demostrar que la viabilidad de esas propuestas requiere de una condición previa inexcusable: la modificación radical de la estructura institucional, de las reglas de funcionamiento y de la línea ideológica que guía el funcionamiento de la Eurozona.

El problema de fondo es que ese marco resulta funcional y esencial para el proceso de acumulación del gran capital europeo; pero, también, y es algo que debemos mantener permanentemente presente, para que Alemania consolide tanto su papel protagónico en Europa como al que aspira en la nueva geopolítica multipolar en construcción. En este sentido, pueden plantearse al menos dos argumentos básicos que refuerzan la tesis de la necesidad de la ruptura del marco restrictivo impuesto por el euro si se desea abrir el abanico de posibilidades para optar a una salida de esta crisis que permita una mínima posibilidad emancipatoria para el conjunto de los pueblos europeos.

El primer argumento es que la solución que se está imponiendo frente a esta crisis desde las élites dominantes a nivel europeo es, en sí misma, una solución de ruptura por su parte y a su favor. Las políticas de austeridad constituyen la expresión palmaria de que esas élites se encuentran en tal posición de fuerza con respecto al mundo del trabajo que pueden permitirse romper unilateral y definitivamente el pacto implícito sobre el que se habían creado, crecido y mantenido los Estados de bienestar europeos. Esas élites saben perfectamente que una clase trabajadora precarizada, desideologizada, desestructurada y que ha perdido ampliamente su conciencia de clase es una clase trabajadora indefensa y sin capacidad de resistencia real para preservar las estructuras de bienestar que la protegían de las inclemencias de la mercantilización de los satisfactores de necesidades económicas y sociales básicas. Las concesiones hechas durante el capitalismo fordista de posguerra están en trance de ser revertidas porque, además, en la privatización de esas estructuras de bienestar existe un nicho de negocio capaz de facilitar la recuperación de la caída en la tasa de ganancia.

El segundo argumento es que no puede olvidarse, como parece que se hace, la naturaleza adquirida por el proyecto de integración monetaria europeo desde que se creó y comenzaron a actuar las dinámicas económicas que el mismo promovía a su interior. El problema esencial es que la Eurozona es un híbrido que no avanza en lo federal, con y por todas las consecuencias que ello tendría en materia de cesión de soberanía, y se mantiene exclusivamente en el terreno de lo monetario porque esa dimensión, junto a la libertad de movimientos de capitales y bienes y servicios, basta para configurar un mercado de grandes dimensiones que permite una mayor escala de reproducción de los capitales, que elimina los riesgos de devaluaciones monetarias competitivas por parte de los Estados y que facilita la dominación de unos Estados sobre otros sobre la base de la aparente neutralidad que se le atribuye a los mercados.

Por lo tanto, Europa –y, con ella, su expresión de “integración” más avanzada que es el euro– se ha convertido en un proyecto exclusivamente económico puesto al servicio de la oligarquías industriales y financieras europeas con el agravante de que, en el proceso, han cooptado a la clase política, tanto nacional como supranacional, secuestrando con ello los mecanismos de intervención política sobre la dinámica económica y restringiendo los márgenes para cualquier tipo de reforma que no actúe en su beneficio. En consecuencia, este espacio difícilmente puede ser identificado y defendido por las clases populares europeas como la Europa de los Ciudadanos a la que en algún momento aspiró la izquierda.

II

De hecho, existe una serie de elementos que explican por qué el euro haya sido, desde la perspectiva de los pueblos europeos, un proyecto fallido desde su mismo inicio: por un lado, tanto las políticas de ajuste permanente que se articularon durante el proceso de convergencia previo a la introducción del euro como las políticas que se han mantenido desde su entrada en vigor han restringido las tasas
de crecimiento económico con el consecuente impacto sobre la creación de empleo; por otro lado, la ausencia de una estructura fiscal de redistribución de la renta y la riqueza o de cualquier mecanismo de solidaridad que realmente responda a ese principio ha dificultado la reducción de los desequilibrios de las condiciones de bienestar entre los ciudadanos de los Estados miembros; y, finalmente, también debe resaltarse que las asimetrías estructurales existentes entre las distintas economías al inicio del proyecto se han ido agravando durante estos años, reforzando la estructura centro-periferia al interior de la Eurozona y apuntalando la dimensión productiva de la crisis actual.

Si a todo ello se le añade el que las políticas encaminadas a salvar el euro son políticas dirigidas a preservar los intereses de la élite económica europea en contra del bienestar de las clases populares, la resultante es que se reafirma la idea del distanciamiento acelerado de la posibilidad de identificar a la Eurozona con un proceso de integración que los pueblos europeos puedan reconocer como propio y construido a la medida de sus aspiraciones.

Puede concluirse, entonces, que el euro –y entiéndaselo no sólo como una moneda en sí misma, sino como todo un sistema institucional y una dinámica funcional puesta al servicio de la reproducción ampliada del capital a escala europea– es la síntesis más cruda y acabada del capitalismo neoliberal. Un tipo de capitalismo que se desarrolla en el marco de un mercado único dominado por el imperativo de la competitividad y en el que, además, se ha producido un vaciado de las soberanías nacionales –y no digamos de las populares–, en beneficio de una tecnocracia que actúa políticamente a favor de las élites europeas y en menoscabo de las condiciones de bienestar de las clases populares.

Y si coincidimos en que para éstas últimas la creación del euro se trata de un proyecto fallido, la cuestión que inmediatamente se plantea es qué pueden hacer, al menos las de los países periféricos sobre los que está recayendo con mayor intensidad el peso del ajuste, frente a un futuro tan poco esperanzador y en el que las opciones de reforma en un sentido solidario se van bloqueando con candados cada vez más férreos. La respuesta a esta cuestión va a depender de cuál sea la concepción que se tenga de la crisis actual, de las dinámicas que la mantienen activa y de las perspectivas de evolución de las relaciones políticas y económicas al interior de la Eurozona que pudieran revertir la situación actual o, en sentido contrario, consolidarla.

III

A mi modo de ver, la crisis presenta en estos momentos dos dimensiones difícilmente reconciliables y que facilitan la consolidación del status quo actual.

La primera dimensión es financiera y se centra en el problema del endeudamiento generalizado que, en el caso de la mayor parte de los países periféricos, se inició como un problema de deuda privada y se convirtió en uno de deuda pública cuando se rescató –y, por tanto, se socializó– la deuda del sistema financiero. Los niveles que ha alcanzado el endeudamiento, tanto privado como público, son tan elevados que es imposible que esa deuda pueda reembolsarse completa, y eso es algo de lo que se debe ser plenamente consciente por sus consecuencias prácticas. De eso, y del hecho de que, privados de moneda nacional y con unas tasas de crecimiento del ratio deuda/PIB muy superiores a las de la tasa de crecimiento económico, la carga de la deuda se hace insostenible y se convierte en una bomba de relojería que en algún momento estallará sin remedio.

La segunda dimensión es real y se concreta en las diferencias de competitividad entre las economías centrales y las economías periféricas. Esas diferencias se encuentran, entre otros factores, en el origen de la crisis y el problema de fondo es que no sólo no están disminuyendo sino que se están ampliando. Es más, la lectura de la reducción de los desequilibrios externos de las economías periféricas al interior de la Eurozona como un síntoma de que estamos en tránsito de superación de la crisis es manifiestamente perversa porque desconsidera la tremenda repercusión del estancamiento económico sobre las importaciones.

El vínculo de conexión entre ambas dimensiones de la crisis lo constituye la posición dominante alcanzada por los países centrales frente a los periféricos y, en concreto, la posición alcanzada por Alemania en el conjunto de la Eurozona, no sólo relevante por su peso económico sino también por su control político de las dinámicas de reconfiguración de la Eurozona que se están desarrollando con la excusa de ser soluciones frente a la crisis pero que actúan, de hecho, reforzando su hegemonía.

Si a ello se le añaden las peculiaridades de su estructura productiva, caracterizada por la debilidad crónica de su demanda interna –y, por tanto, por la existencia recurrente de exceso de ahorro nacional– y la potencia de su demanda externa –fundamento de sus superávits comerciales continuos–, comprobaremos cómo lo que parecía un círculo virtuoso de crecimiento para toda la Eurozona se ha acabado convirtiendo en un yugo sobre las economías periféricas, principal destino de los flujos financieros a través de los que Alemania rentabilizaba sus excedentes de ahorro interno y comerciales reciclándolos en forma de deuda externa que colocaba en dichas economías.

De esa forma, Alemania ha reconvertido su posición acreedora en una posición de dominación cuasi hegemónica que le permite imponer las políticas necesarias a sus intereses. Esto implica, en la práctica, que cualquier solución de naturaleza cooperativa para resolver la crisis es automáticamente rechazada mientras que se refuerzan, por el contrario, los planteamientos de naturaleza competitiva entre economías cuyas desigualdades en términos de competitividad ya se han demostrado insostenibles en un marco tan disímil y asimétrico como el de la Eurozona.

Y, así, resulta tan trágico como desolador asistir a la aquiescencia con la que los gobiernos de la Eurozona periférica asumen y aplican políticas que están agravando las diferencias estructurales preexistentes y que, por lo tanto, no hacen sino acentuar las diferencias en términos productivos y de bienestar entre el centro y la periferia sin que pueda existir ningún viso de solución a través de las mismas: los procesos de deflación interna no sólo merman la capacidad adquisitiva de las clases populares sino que, además, elevan la carga real de la deuda a nivel interno tanto de la deuda privada (por la vía de la deflación salarial) como de la deuda pública (por el diferencial entre las tasas de crecimiento del producto interior bruto y de la deuda pública), con el agravante añadido de que cualquier apreciación del tipo de cambio del euro se traduce en una erosión de las ganancias de competitividad espurias conseguidas por la vía de la deflación salarial. Se trata, por tanto, de un camino hacia el abismo del subdesarrollo.

Es por ello por lo que, si no se producen cambios estructurales radicales (que pasan todos ellos por mecanismos de transferencias fiscales redistributivas), la Eurozona se consolidará como un espacio asimétrico de acumulación de capitales en el que las economías periféricas se verán condenadas a desenvolverse en alguna de las soluciones de equilibrio sin crecimiento posibles, por utilizar un eufemismo economicista, o, en el peor de los casos, aquélla acabará saltando parcial o totalmente por los aires.

El problema es que esas reformas radicales no sólo no aparecen en la agenda europea, sino que son sistemáticamente vetadas por Alemania. De hecho, creo que es fácilmente constatable cómo en estos momentos, en el seno de la Eurozona, existen tensiones entre los intereses de las élites económicas y financieras europeas y los de las clases populares del conjunto de la Eurozona, más intensas en el caso de las de los Estados periféricos; entre los intereses de Alemania y otros Estados del centro y los de los Estados de la periferia; y entre las propuestas de solución de la crisis impuestas por dichas élites y Estados y la lógica económica más elemental, la que queda expresada en las principales identidades macroeconómicas que recogen las interrelaciones entre los balances de los sectores privado, público y externo de las economías de la Eurozona. Todas esas tensiones, debidamente gestionadas por quienes detentan el poder en los diferentes ámbitos de expresión del mismo, son funcionales a la consolidación de una Eurozona asimétrica, en el sentido ya señalado, y dominada por Alemania.

IV

Pero, además, esas tensiones ciegan la posibilidad de una salida a la crisis para las clases populares que no sea de ruptura, tal y como se apuntó al inicio de este texto. El problema se presenta cuando quienes únicamente están planteando esa posibilidad de ruptura unilateral, de salida del euro, son los partidos nacionalistas de extrema derecha, apropiándose de un sentimiento de insatisfacción popular creciente contra el euro, frente a una izquierda que sigue invocando la opción por unas reformas que confrontan directamente con los intereses de quienes han puesto a su servicio las potencialidades de dominación imperial por la vía económica que facilita el euro. Desde ese punto de vista, sería oportuno dejar de visualizar al euro meramente como una moneda y pasar a asimilarlo a un arma de destrucción masiva que está destruyendo no sólo el bienestar de los pueblos europeos sino, también, el sentimiento europeísta basado en la fraternidad entre esos pueblos que tanto trabajo costó construir.

El problema de credibilidad se agrava para la izquierda cuando, para promover las reformas necesarias, se apela a la activación de un sujeto, la “clase trabajadora europea”, que actúe como vanguardia en la transformación de la naturaleza de la Eurozona. Y es que la situación de la clase trabajadora en Europa nunca se ha encontrado más deteriorada en lo que a conciencia e identidad de clase se refiere, sin que ello merme un ápice el hecho incontestable de que la relación salarial sigue siendo la piedra de toque esencial del sistema capitalista. Como escribía recientemente Ulhrich Beck, vivimos la tragedia de estar en momentos revolucionarios sin revolución y sin sujeto revolucionario. Ahí es nada.

En todo caso, el horizonte se clarificaría si la izquierda fuera capaz de dar una respuesta creíble a una cuestión que se niega a considerar y que, sin embargo, puede manifestarse más pronto que tarde en el escenario europeo y, concretamente, en Grecia: ¿qué podría hacer un gobierno de izquierdas que alcanzara el poder en un único país de la periferia? ¿Debería esperar a que estuvieran dadas las condiciones objetivas en el resto de la Eurozona para proceder a su reforma, siendo conscientes que eso exige el voto unánime de 27 Estados, o debería aprovechar la ventana de oportunidad que la historia le ha permitido abrir y promover la salida de ese Estado del euro?

Evidentemente, la respuesta no es fácil pero tampoco cabe hacerse trampas al solitario. Para ello es necesario reconocer de partida que, en el marco del euro, no hay margen alguno para políticas realmente transformadoras que actúen en beneficio de las clases populares. Es más, me atrevería a afirmar que en ese marco no hay margen alguno para la política porque ésta ha sido secuestrada por el tipo de institucionalidad desarrollada para dar carta de naturaleza a una moneda que carece detrás de cualquier tipo de proyecto de construcción de una comunidad política integradora de los pueblos de Europa. Es por ello que resulta un contrasentido reclamar procesos constituyentes cuando la condición de posibilidad previa para que ese proceso pueda realizarse con plenitud es la ruptura con el marco institucional, político, económico y legal que impone el euro. Una comunidad sólo puede refundarse a través de un proceso constituyente si lo hace sin restricciones de partida previas, impuestas desde fuera y que actúan, para más inri, en detrimento de los intereses de las mismas clases populares que reclaman ese proceso constituyente.

O, por decirlo en otros términos, la ruptura con el euro no es condición suficiente pero sí necesaria para cualquier proyecto de transformación social emancipatorio al que pueda aspirar la izquierda. Por lo tanto, reivindicar la revolución en abstracto y, simultáneamente, tratar de preservar la moneda europea y las instituciones y políticas que le son consustanciales en esta Europa del Capital hasta que se den las condiciones europeas para su reforma, constituye una contradicción en los términos que resta credibilidad ante unas clases populares que parecen haber identificado al enemigo con mayor claridad que los dirigentes de la izquierda.

Es por ello que hasta que esa contradicción no sea asumida y superada y los discursos políticos y económicos sean ambos de ruptura y corran en paralelo; hasta que la salida del euro sea percibida no sólo como un problema, sino también como parte de la solución a la situación dependiente de las economías periféricas al abril el horizonte de posibilidades para recomponerse como economías y buscar su senda de desarrollo en la producción y provisión de bienestar de una forma más autocentrada y menos dependiente de su inserción en la economía mundial; hasta que deje de atenazarnos el miedo a romper las cadenas del euro por carecer de certezas absolutas sobre cómo podría ser la vida fuera del mismo, de la misma forma que atenazaba a quienes se negaban a romper con el patrón oro tras la Gran Depresión de los años treinta del siglo pasado; hasta que todo eso no ocurra sólo me queda pronosticar, con pesar, un largo periodo de sufrimiento social y económico para los pueblos y trabajadores de la periferia europea.

(*) Alberto Montero Soler es profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga.

Multa a un banco de Gibraltar por no comunicar la identidad de clientes

MADRID.- El Tribunal Supremo ha confirmado la multa por valor de 1,7 millones de euros que el Consejo de Ministros impuso al Jyske Bank Gibraltar Limited (JBGL) por negarse a comunicar la identidad de sus clientes a España, donde presta servicios, amparándose en el secreto bancario que rige en Gibraltar.

   La Sala de lo Contencioso- Administrativo ha desestimado el recurso que interpuso la entidad financiera contra el acuerdo del Consejo de Ministros, que fijó esta sanción junto a dos amonestaciones públicas en 2009 por incumplir la obligación de suministrar la información requerida por el Servicio Ejecutivo para la Prevención del Blanqueo de Capitales (SEPBLAC).
   El alto tribunal ha tenido en cuenta que esta entidad de crédito desarrolla su actividad empresarial en España en régimen de libre disposición de servicios, aunque su origen y su sede permanente radica en Gibraltar.
   La sentencia, con ponencia de la magistrada María Isabel Perelló, se hace eco del pronunciamiento del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que ha avalado la potestad de los Estados miembro de imponer a las entidades que prestan servicios en su territorio a comunicar información que puede ser "idónea" para luchar contra el blanqueo y la financiación del terrorismo.
   Los magistrados defienden que la normativa española "suple o supera las carencias y limitaciones" que ha constatado la normativa europea en esta materia, sin ser "desproporcionada ni discriminatoria".
   Fue en 2007 cuando el SEPBLAC dirigió una comunicación a Jyske solicitándole que aportara documentación e información sobre su actividad, entre la que pedía saber la identidad de sus clientes.
   Jyske omitió los datos sobre sus usuarios alegando que esa información es de "imposible cumplimiento" ya que las entidades de crédito situadas en Gibraltar se encuentran sometidas a una obligación de secreto bancario cuya vulneración supondría la comisión de un delito.